Quién sabe de esos golpes macabros que dan en el supermercado cuando roban algo para comer? Esas palizas que manchan de rojo la calle de la avenida, cuando le gritaste al verde algo que le molestó. Se revolucionó la vida o la autoridad tiene más nombre que la tortura misma? Somos más de quince millones de paquetes huesudos deambulando por el asfalto, sembrando el rocío por la mañana luego de ampliar la piel bajo la sonrisa, esa que suena fuerte y salta de alegría. Qué nos hace ser mendigos de nuestra propia pulcritud psicológica? Por qué tenemos la mente sucia, llena de cadáveres, llena de envidia, llena de maldad? Y a ellos, por qué les pegaron? Por qué a Victor le rompieron las manos con un arma? Por qué las violaron, hasta con perros? Por qué albergaban tanta peste en su cabeza? Qué les hizo creer que eran inferiores? Incluso a los suyos les sacaron hasta su propia mierda para que se la comieran, desnudos, enfermos, con hambre, con frío, quemados, lastimados, violados, maltratados, golpeados, ahogados, colgados, ... humillados. Por qué silenciaron la radio amiga? Por qué destruyeron el diario, las revistas, la música, el manifiesto? Estaban envidiosos? Estaban molestos? Estaban emputecidos? Con qué? Quiénes?
Por qué quisieron romper la democracia que tanto reclaman en tiempos de banderas blancas? El viejo se llevó a la tumba el fuego, las armas, el orgullo, la mierda. Y también, la ceremonia de apertura de Morandé 80, que quiso esconder.