Me gusta tu luz, incluso cuando se apaga, porque sé que puedo verla, encenderla, e incluso mantenerla dentro de ti, de mí, dentro de todo.
Y me gusta como eres, me gustan tus ojos -como alemendrita a punto de tirarse un piquero-, tus mejillas con rubor de vida, tus manos tan seguras, tus orejas con pintas del otoño, y hasta tu frente que guarda los recuerdos de la niñez, tu pelo oxidado, tus pestañas de carretera austral y tu sonrisa de niño grande.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario